¿CÓMO TE AFECTAN LAS PERSONAS DE TU ENTORNO?
Nos relacionamos con millones de personas a lo largo de nuestra vida, y cada una de ellas tiene una repercusión en nosotros, ya sea más o menos fuerte, influyen…influimos.
Teniendo esto en cuenta, no está de más saber repercutir de la forma correcta en quienes nos rodean, al igual que ser conscientes de cómo nos afecta el resto a nosotros para saber aprovecharlo de forma positiva, o evitarlo en caso de ser una influencia negativa.
Qué lindo cuando tienes un mal día y caminando por la calle te cruzas con alguien que te mira y te sonríe.
Hay algo que te llega y convierte esos malos sentimientos en un poco menos malos.
¿Te has parado a pensar por qué?
Somos energía y ésta se transmite de unos a otros aun sin darnos cuenta, es por esto que a veces nos sentimos llenos de vida después de estar con algunas personas o por el contrario cansados y tristes tras estar con otras.
Hay personas que son fuente de energía, por lo general son personas positivas, y otras que se consideran ladrones de energía, por lo general son personas negativas, apagadas, que sin darse cuenta necesitan de la energía de los demás para tirar adelante. Esto tiene mucho que ver con la personalidad, pero también influye el momento en que estas personas se encuentren.
Últimamente escuchamos mucho sobre personas y relaciones tóxicas, y es muy cierto que hay personas que son tóxicas irremediablemente, seguramente, se acostumbraron a pensar así y han hecho de ello un modo de vida.
Esto no quiere decir que no puedan cambiarlo, pero sí les costará más esfuerzo y voluntad ya que es una actitud que han creado para la mayor parte de los momentos, sean en el concepto que sean, tienden a sentir la parte mala de las cosas, están acostumbrados a sentirse mal, a hablar mal, a ser víctimas o buscar la crítica en los demás, por lo que rara vez crearán relaciones sociales sanas.
Sin embargo, todos somos tóxicos en algunos momentos de nuestra vida, según nos encontremos con nosotros mismos y con la situación en la que estemos tendemos a dar energía a los demás o bien a quitársela.
¿No es mejor saber sentirnos bien y hacer bien a las personas que tenemos a nuestro alrededor?
Volviendo al ejemplo de antes, todos hemos podido sentir que un desconocido nos sonríe al cruzarnos en la calle y nos toca nuestra actitud, aunque sea por unos segundos.
Y ¿hemos probado a hacerlo nosotros?
Te invito a ponerlo en práctica, aunque te encuentres mal, sonríe a alguien por la calle, cuanta más ternura o admiración te produzca esta persona, mejor.
Comprobarás que creas una reacción en ella, que mejora positivamente de repente, quizás una mueca de asombro (has roto su burbuja), luego una sonrisa.
Y no sólo eso, aunque hayas forzado la sonrisa, sentirás que el hecho ha cambiado también un poco tu actitud.
Cuando sonreímos, aunque sea forzado, enviamos un mensaje a nuestro cerebro, haciéndole entender que estamos felices, así que genera la química que nos da sensación de felicidad.
Si lo acompañamos con la sensación de haber mejorado la felicidad de otra persona y lo que se ha compartido por un momento, nos sentiremos mejor, habremos mejorado nuestra positividad.
No es menos cuando nos encontramos con personas cercanas; familia, pareja, amigos, compañeros, etc.
Finalmente estas son las personas que más nos importan, queremos que estén bien, por lo que vamos a contribuir a ello, a disfrutar cada momento con ellos y que lo disfruten con nosotros. Sepamos dejar lo malo a un lado y aprovechar cada ratito con estas personas, que son parte de nosotros y nos llenan.
A veces, cuando nos sentimos mal, es suficiente con rodearnos de las personas adecuadas, aquellas que nos hacen sonreír, ver el lado buenas de las cosas, pensar de forma positiva, o simplemente olvidar por un ratito lo que nos preocupaba y así, al volver a pensar en ello, verlo como algo menos grave.
Todos nos sentimos apagados en algunos momentos, hay quienes tienen esto como forma de vida, ya sea de una u otra forma, lo ideal es controlar nuestras emociones para así sentirnos bien y transmitírselo a quienes tenemos al lado, darles una sensación de bienestar, relax, felicidad a través de un buen momento, de apoyarlos, escucharlos, ver los problemas con otra perspectiva.
De igual forma debemos saber medir lo que estamos recibiendo, evitando que nos contagien el malestar, teniendo presente que nuestra actitud es positiva, y que por mucho mal que escuchemos o nos transmitan en un momento dado, no podemos dejar que esta negatividad nos influya.
Así, aprendemos a captar las energías positivas y a escudarnos frente a las malas, asimilándolas para ayudar a quien tenemos al lado pero sin que dejen huella en nosotros.
Cuando aprendemos esto, somos conscientes de la capacidad que tenemos de ayudarnos a nosotros mismos y a las personas que nos rodean, así como lo gratificante que es.
Tenemos mucho poder sobre las personas, y las personas sobre nosotros, así que seamos positivos, rodeémonos de personas positivas, y si no lo son, o no lo están siendo en ese momento, hagamos mejorar su actitud, porque de sobra, podemos hacerlo.
“Una sonrisa no empobrece a quien la da pero enriquece a quien la recibe”